En 1939 los alemanes invadieron la ciudad de Lodz, Polonia. Obligaron a toda la población judía a vivir en una pequeña parte de la ciudad a la que llamaron ghetto. La rodearon con alambradas y colocaron guardias nazis para que nadie saliera de allí. En el ghetto de Lodz vivían 270.000 personas. En 1945 la guerra terminó. Los alemanes se rindieron y el ghetto fue liberado. Del más de cuarto de millón de personas allí recluidas solo 800 consiguieron salir con vida. Entre los supervivientes únicamente había doce niños. Yo era uno de esos niños.
He aquí la verdadera historia de Syvia Perlmutter. Cuando empezó la segunda guerra mundial tenía cuatro años y medio. Cuando acabó tenía diez. Durante más de cincuenta años, y al igual que muchos de los supervivientes del Holocausto, Syvia no quiso contar a nadie sus experiencias. Pero a medida que se fue haciendo mayor, se dio cuenta de que había llegado el momento de contarlo todo. Y para ello escogió a su sobrina, la autora de este libro.
La historia que aquí se cuenta es la que refleja en primera persona una niña pequeña, con sus miedos e incertidumbres. Desde una inocencia desgarradora asistimos, siempre con su punto de vista, al traslado de la familia al ghetto, a la adaptación en las peores circunstancias y al miedo de ser enviados a un campo de concentración en medio del hambre, los golpes y la humillación; a una vida cotidiana, en fin, cuya única premisa se basa en la supervivencia.
Ya lo hemos conseguido, los que nos quedara mal sabor de boca con El niño del pijama de rayas a causa de la poca credibilidad de la historia y un final mal acabado, tenemos con este libro los mismos ingredientes, pero un cocido de excelente elaboración.
Syvia es una niña judía de cuatro años que es internada en el gueto de Lodz, el segundo más grande de Polonia, junto con toda su familia tras la invasión nazi de 1939.
Evidentemente el miedo recorre todo su cuerpo hasta que vive situaciones que le hacen cargarse de valentía, para poder salvar el pellejo a causa de la obsesión de los alemanes por que no sobreviviera ningún niño ni anciano, con el objetivo de que solo quede el tronco de la raza hebrea mientras les sean útiles para trabajar.
Así va viendo como van cargando a otros habitantes de su reclusión en trenes sin rumbo conocido, de los que ella se salva por la buena salud de su padre para trabajar, así como la del resto de su familia, incluida se hermana Dora, no sin actuaciones heroicas de su progenitor para que no conozcan su existencia.
Contado por la protagonista a una sobrina suya muchos años después y escrito con la pluma de Jennifer Roy, una escritora de libros infantiles y juveniles que impregna su estilo para hacer más ameno este ejemplar de fácil lectura. Rememoramos la vida de la niña en primera persona desde un punto de vista infantil, hecho que hace funesta la historia, a pesar de estar llena de anécdotas excelentes.
Una de ellas la hallamos en la conversación con su padre al preguntarle “¿Porqué están enfadados los nazis con ellos?” y este responderle “Dicen que hemos matado a su Dios”, ella le vuelve a preguntar que si el creador está muerto “¿Quien dominará ahora el mundo?”, el padre le contestá “Espero que los nazis no”.
Por razones obvias no se puede explicar cosas del desenlace de la historia, si bien el que haya adquirido curiosidad por saberlo, le adelanto que no quedará decepcionado al llegar al final de esta prosa, en la que una vez más la realidad ha superado a la ficción de best Sellers con pijamas rayados, de final poco verosimil.
Xavier Borrell